José Martí

El racista
blanco, que le cree a su raza derechos superiores, ¿qué derechos tiene para
quejarse del racista negro que también le vea especialidad a su raza El
racista negro, que ve en la raza un carácter especial, ¿qué derecho tiene para
quejarse del racista blanco El hombre blanco que, por razón de su raza, se cree
superior al hombre negro, admite la idea de la raza y autoriza y provoca al
racista negro. El hombre negro que proclama su raza, cuando lo que acaso
proclama únicamente en esta forma errónea es la identidad espiritual de todas
las razas, autoriza y provoca al racista blanco. La paz pide los derechos
comunes de la naturaleza; los derechos diferenciales, contrarios a la
naturaleza, son enemigos de la paz. El blanco que se aísla, aísla al negro. El
negro que se aísla, provoca a aislarse al blanco.
En Cuba no hay
temor a la guerra de razas. Hombre es más que blanco, más que mulato, más que
negro. En los campos de batalla murieron por Cuba, han subido juntas por los
aires, las almas de los blancos y de los negros. En la vida diaria de defensa,
de lealtad, de hermandad, de astucia, al lado de cada blanco hubo siempre un
negro. Los negros, como los blancos, se dividen por sus caracteres, tímidos o
valerosos, abnegados o egoístas, en los partidos diversos en que se agrupan los
hombres. Los partidos políticos son agregados de preocupaciones, de
aspiraciones, de intereses y de caracteres. Lo semejante esencial se busca y
halla por sobre las diferencias de detalle; y lo fundamental de los caracteres
análogos se funde en los partidos, aunque en lo incidental o en lo postergable
al móvil común difieran. Pero en suma, la semejanza de los caracteres, superior
como factor de unión a las relaciones internas de un color de hombres graduado
y en su grado a veces opuesto, decide e impera en la formación de los partidos.
La afinidad de los caracteres es más poderosa entre los hombres que la afinidad
del color. Los negros, distribuidos en las especialidades diversas u hostiles
del espíritu humano, jamás se podrán ligar, ni desearán ligarse, contra el
blanco, distribuido en las mismas especialidades. Los negros están demasiado
cansados de la esclavitud para entrar voluntariamente en la esclavitud del
color. Los hombres de pompa e interés se irán de un lado, blancos o negros; y
los hombres generosos y desinteresados se irán de otro. Los hombres verdaderos,
negros o blancos, se tratarán con lealtad y ternura, por el gusto del mérito y
el orgullo de todo lo que honre la tierra en que nacimos, negro o blanco. La
palabra racista caerá de los labios de los negros que la usan hoy de buena fe,
cuando entiendan que ella es el único argumento de apariencia válida y de
validez en hombres sinceros y asustadizos, para negar al negro la plenitud de
sus derechos de hombre. Dos racistas serían igualmente culpables: el racista
blanco y el racista negro. Muchos blancos se han olvidado ya de su color, y
muchos negros. Juntos trabajan, blancos y negros, por el cultivo de la mente,
por la propagación de la virtud, por el triunfo del trabajo creador y de la
caridad sublime.
En Cuba no hay
nunca guerra de razas. La República no se puede volver atrás; y la República,
desde el día único de redención del negro en Cuba, desde la primera
constitución de la independencia el 10 de abril en Guáimaro, no habló nunca de
blancos ni de negros. Los derechos públicos, concedidos ya de pura astucia por
el Gobierno español e iniciados en las costumbres antes de la independencia de
la Isla, no podrán ya ser negados, ni por el español que los mantendrá mientras
aliente en Cuba para seguir dividiendo al cubano negro del cubano blanco, ni
por la independencia. que no podría negar en la libertad los derechos que el
español reconoció en la servidumbre.
Y en lo demás,
cada cual será libre en lo sagrado de la casa. El mérito, la prueba patente y
continua de cultura y el comercio inexorable acabarán de unir a los hombres. En
Cuba hay mucha grandeza en negros y blancos.
Aprendiendo las partes de un ensayo. Análisis de
"Mi raza", de José Martí.
Introducción
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En las primeras líneas Martí
nos presenta el tema del racismo, expresando que ninguna persona es superior
a otra en función de su "raza" o color.
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Desarrollo
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A lo largo del ensayo, el
escritor cubano expone una serie de razones para rechazar todo racismo entre
sus connacionales. Alega que tanto el hombre "blanco" como el
"negro" no tienen realmente ningún motivo para creerse superiores.
Una aptitud absurda de superioridad solo causa enemistad.
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Conclusión
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En la parte final, Martí
rememora un pasado heroico de Cuba, habla de la Constitución y de que en ella
no se habla de distinciones en cuanto a la raza. Hace hincapié en la igualdad
de los derechos públicos y finaliza afirmando que la grandeza de su país
reside en todos sus hombres, sin importar su raza o color.
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